17 may 2014

Mandalas, instrumentos de meditación

Desde la antigüedad, el hombre se ha servido de símbolos para contar historias, describir su vida cotidiana, y hasta conectarse con el costado más misterioso de su existencia. El círculo, el cuadrado, la cruz, y sus múltiples combinaciones, dieron origen a símbolos cargados de profundos contenidos.
Mandala es una palabra en sánscrito que significa círculo simbólico. Se trata de dibujos con formas concéntricas, utilizados desde tiempos remotos. Son originarios de la India, aunque también se han encontrado en otras culturas antiguas como la Azteca y la Inca. ¿Y cómo puede explicarse esto? El círculo está incorporado en mil y un gestos de nuestra vida diaria y forma parte de nuestro inconsciente colectivo.
En la antigüedad, un maestro acompañaba a los iniciados a confeccionar el mandala. Elegía un lugar solitario, y una hora propicia; el terreno debía ser plano, y se purificaba eliminando cualquier vestigio de energía negativa. Una vez purificado, se hacía el diseño del círculo por medio de dos cuerdas: una blanca para trazar el límite externo, y otra con hilos de diferentes colores enroscados, que se conoce como “cuerda del conocimiento”.
Este “círculo mágico”, como también se lo conoce, es un instrumento para el culto de la meditación, para la integración de lo consciente e inconsciente individual. Para vivir en armonía con el Universo y lograr que nuestra alma se enriquezca, podemos recurrir a la meditación con mandalas, tanto como la práctica de yoga por ejemplo. Son instrumentos de meditación, concentración y desarrollo de la conciencia interna.
Una técnica muy sencilla es ponernos frente a un bonito mandala, que nos guste mucho, a la altura de los ojos. Buscaremos un ambiente tranquilo, en completo silencio, o con música relajante, preferentemente instrumental. De la misma manera que a veces para meditar nos concentramos por ejemplo en la llama de una vela, de igual forma nos iremos concentrando en las formas, en los colores hasta apartar nuestros pensamientos, centrándonos totalmente en el círculo para entrar en meditación. Cada uno de estos símbolos puede tener diferentes efectos en nuestra consciencia, dependiendo del dibujo y los colores. De esa manera podemos escoger un mandala que nos ayude a trabajar sobre algún aspecto de nuestra personalidad, o simplemente como herramienta para profundizar en nosotros mismos y llegar a un estado armónico.
El uso de los colores tiene un significado especial, he aquí algunos: Blanco: pureza, iluminación, perfección; el rojo representa la sensualidad, el amor y la pasión. El azul, la felicidad, paz, alegría. Amarillo, la jovialidad, el naranja la energía, la ambición. El violeta, la espiritualidad, el verde la esperanza, la naturaleza.
Mediante la utilización de los mandalas, poco a poco se eliminan los miedos, las represiones, y todo aquello que limita el crecimiento humano. Son medios mágicos para tomar contacto con nuestro propio inconsciente. (Con información de THE HUFFINGTON POST)
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